En Deep Skin los autores usan la analogía y el sentido del humor para demoler la siempre patética organización del conocimiento técnico como una aglomeración de saberes en torno de un problema concreto. Una oportunidad para disfrutar de una variada 'gastronomía tecnológica' a través de la reflexión, el aprendizaje y una buena compañía arquitectónica.