En cada obra nueva, Monzó refina su relación con el mundo de las cosas y del ?casi nada? mediante metáforas que exploran la luz y la ligereza, lo maravilloso y lo inacabado y, sobre todo, lo neutro. Nos quedamos perplejos: joyas que parecen contradecir sus principios fundamentales ?como materialidad, comunicación o seducción? y que, al mismo tiempo, los reafirman enormemente, joyas que rehúyen de la política del deseo y, en su lugar, no exigen nada de nosotros, solo que apreciemos su potencial liberado de ?mensaje? artístico.