En casi todas las civilizaciones, el jardín, al igual que el paraíso, siempre ha sido un espacio cerrado, una fábrica de paisaje destinada a proyectar y encarnar ideales de vida. Sin embargo, en el siglo XX, el jardín sobrepasó el recinto y dio paso a la ecología y, con ella, a una forma diferente de límite. El jardín cambió de escala y pasó a ser planetario.