Los libros y la arquitectura comparten historias paralelas y entrecruzadas. Ambos son memoria de espacios y tiempos. Tomando el libro como punto de partida fractal, reunimos las distintas escalas y sus implicaciones arquitectónicas: la acumulación de páginas encuadernadas que conforman un volumen, la mesa donde se escribe, el librero en el que se almacena, la librería en que se vende, la biblioteca donde se consulta y la editorial que lo produce.