Con un lenguaje poético, descarnado y sincero, Van den Broeck se adentra en los vericuetos de la mente y nos propone un viaje a los desafíos de la creación a través de piscinas, teatros, bibliotecas, museos, iglesias, cuarteles, oficinas de correos, villas, campos de golf y jardines de esculturas de Europa y Estados Unidos.