Desde hace años, hay diseñadores y teóricos que reclaman una función del diseño más allá de la de incentivar el consumo. Esta función es la de mediador, es decir, el diseño como disciplina que configura nuestro entorno humanizado, algunos dicen que artificial, es una interfaz entre nosotros y el mundo, entre nosotros y los demás, e incluso entre nosotros y nuestro propio cuerpo.