Cuando, como alumno, entré en contacto con las estructuras, con la ilusión de que por fin iba a usar para algo las matemáticas que llevaba estudiando desde la infancia, me extrañó que las estructuras que sobre las que teníamos que trabajar parecían salir de la nada y pronto empecé a preguntar, sin obtener respuestas convincentes ¿cómo se empieza? Las clases eran rigurosas pero crípticas y como se corrió la voz de que yo me enteraba, aunque no era del todo cierto, me vi arrastrado a implicarme en la docencia.