Recuerdo la polémica de Mario Ridolfi contra Piacentini en la que le acusaba a él y a los de su generación de dominar tanto el centro de la ciudad y de imposibilitar que los jóvenes pudieran actuar en el centro que, al haber estado confinados a actuar sólo en la periferia, se habían visto empujados a pensar con cierta tosquedad y falta de finura y, en cierto modo, advertía la desazón ante el desconocimiento de la destreza necesaria para intervenir en la complejidad.